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De alguna forma, me hice Luna

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    Me dejé llevar por mis pasos hasta el Cerro Santa Catalina. Escaleras abajo, hasta la orilla del mar. Eran los días de las luces y las sombras en mis ojos. Los días en que buscaba mi propio ritmo y encontraba zonas grises en mi interior y lugares suaves que vivir. Y en aquel rincón me aislaba del bullicio de la ciudad para tranquilizarme, para gestionar los absurdos fantasmales que poblaban (pueblan, todavía) mis terrores diurnos. No solía haber nadie y de haberlo, habría sido fácil escabullirse de su atención entre las rocas. El ruido del mar bravo y del viento amortiguaban hasta lo inaudible cualquier sonido ajeno al pulso de la madre naturaleza.

    Me senté. Me hice un cigarro. Lo aparté

   Observé a lo lejos, el Musel, algún pesquero de regreso, el horizonte. Mucho tiempo después de aquello alguien me dijo que se notaba en la forma de mirar quién era de costa; porque estaban acostumbrados a ver el horizonte muy lejos, donde se percibe la curvatura. Pero eso fué mucho después, entonces estaba demasiado ocupado creciendo y empapándome de días.

    Cerré los ojos y empecé a dejar que las olas meciesen mi mente a su compás. Primero bajé el ritmo de mi cuerpo y de mi divagar. Me concentré en relajar la zona abdominal. La neblina del salitre se extendía fresca sobre mí. Tiré del aire con el diafragma y empujé, forzando hasta el final, estirando el tempo justo un latido más.

    De a poco mi respiración se acompasó a la marea y, de alguna forma, me hice luna. Sentía la atracción del agua, el peso del mar en cada gota de aire. Evité la desconcentración y seguí adelante. Mi piel dejó de sentirse vestida, ya ni siquiera era piel. Mis músculos, mis huesos, se alargaban y se encogían prendidos en las olas, se convertían en las olas. El tiempo se tornó viscoso, con un pasado que no se va y un presente que se ensancha. Me lleno y me vacío. Me lleno de agua salada, me vacío de aire y cuerpo. Me extiendo por la bahía, tocando tierra. Lamo las orillas y voy y vengo. Mi cuerpo, allí en las rocas, de repente siente vértigo y tengo que parar. Pero me observo desde el agua hasta que recupero el ritmo. Unos instantes en los que veo con la mirada del Cantábrico, tomando impulso. Me lleno con todo lo que tengo vivo alrededor. Tanteo lo que está inerte y guardo también su presencia. Los seres vivos aletean dentro de mí, pero son como ráfagas de colores brillantes y esquivos. Me producen la sensación de querer observar las partes de mi cuerpo que no alcanzo a ver, un destello en el rabillo del ojo. Me vacío de carne y me extiendo sin límites. Me noto avanzando bajo las olas, percibiendo el aire de arriba y la profunda vida de los océanos. Soy una fuerza implacable. He cambiado la faz del mundo tan sólo meciéndome. Soy un espectáculo cuya grandiosidad es capaz de dejar al que me observa hecho un ovillo de insignificancias. Soy eterno, principio y fin de vida. Me disuelvo en tal enormidad.

Empiezo a notar otras costas en otros continentes. Como con la punta de los dedos, sólo que no tengo dedo alguno. Trato de retenerme, al límite. Soy tanto que mi mente fluye incapaz de asimilarme entero. No pienso con claridad. Sólo percibo mi entorno. Aún así me fuerzo. Busco, y lo primero que busco es felicidad, comunión, y la encuentro hasta en los rincones más oscuros. Pero enseguida, cobarde, temo al dolor y entonces me inunda. Miles de gritos, súplicas, despedidas. Dolor infinito, sin fronteras. Dolor que no precisa de idiomas. Tan sólo un instante es inaceptable.

    Demasiado abrumado me retiro mucho más veloz de lo que me extendí. Estoy conteniendo el aire. Los ojos se me humedecen, se me inundan al contacto con la brisa fresca (me miento, pero no me engaño). Me digo: Sólo suelta el aire.

    Todo sale desde lo más profundo. Noto el sabor de la tierra húmeda y salada o quizá mi mente me lo cuenta así. Me caen unas lágrimas, sin llanto. Sólo desbordan y resbalan por mi cara. Y despiertan la ligereza en todo el cuerpo.

    Por hoy estoy limpio, pensé.

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Comments3
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NorthUrso's avatar
Me gusta el relato porque está en las antípodas de los que suelo escribir =).